Hace algunos años, en la facultad, me enfrenté a mis primeras lecciones formales de Filosofía. Hasta ese momento, mi conocimiento de la materia provenía de enseñanzas de mi madre, y de lectura personal. En fin, el caso fue que en una clase de repaso, el profesor, reiteró el Mito de la Caverna.
Os pongo en antecedentes, de la forma más rápida y
simple que pueda.
En uno de sus diálogos y poniendo, como siempre, la
voz en Sócrates, Platón explica el mito en cuestión, que vendría a ser: hay
unos esclavos en una caverna, que de toda su vida están encadenados de tal
forma que no se pueden mover, y su única visión del mundo, son las sombras que
se proyectan en la pared que tienen enfrente. Un día, por motivo X, uno de esos
esclavos es liberado, y comienza su viaje hacia el exterior de la caverna, y
por tanto del conocimiento libre.
Según nos indica Platón / Sócrates (uno lo escribe,
pero resulta que el mito lo explica el otro), el liberto, tiene la obligación
moral, ética y filosófica, de regresar a la caverna y liberar a sus compañeros,
aún a coste de su propia vida.
Sí, básicamente, ese es el Mito de la Caverna. Huelga
decir que la caverna, es una metáfora de todo aquello y aquel, que intente
constreñir nuestra mente, y por tanto nuestro conocimiento.
Regresando a aquella clase de repaso.
Le indico al profesor, que Platón cometió en un error
en su relato, que si bien se formaran dos bandos obvios, los seguidores y los
detractores (estos últimos serán los que den muerte al liberto, y son el único
bando reconocido por Platón), habría realmente un tercer bando: aquellos que no
tomen ningún partido. Este tercer grupo, tendrá en sí algún individuo, que con
el tiempo, y debido a las palabras del liberto, se quite sus cadenas, y pueda
ser libre y salir de la caverna.
Ante este razonamiento, el profesor me dijo, que era
obvia mi inclinación hacia la filosofía oriental. Que para Platón, la virtud
está en la salvación del demos,
mientras que para los orientales, la virtud estaría en la salvación propia.
Ni corta ni perezosa (nunca ha sido lo mío eso de
seguir al rebaño), le corrijo, y para ello le puse un ejemplo (al puro estilo
de Platón)
“Si voy por un camino, y veo a alguien ahogándose,
según Platón, estoy obligada a tirarme a salvarlo. —El profesor asintió a mis
palabras—. Según los orientales, ante esa situación, primero he plantearme una
pregunta: ¿sé nadar? En caso afirmativo, saltaré al agua a rescatar a la persona en peligro.
En caso negativo, deberé buscar una opción viable. De nada sirve tirarse a
salvar a alguien que se ahoga, si voy a morir con él, ahogándome por no saber
nadar.
Es más, tome usted por ejemplo al Maestro Kong. Gente
poderosa de su ciudad, conspiró para que fuera exiliado, y tras años de vagar
en ese exilio, cuando esas mismas personas, acudieron a él, porque la ciudad
estaba en peligro, ¿qué hizo el Maestro?”
Obvio que el profesor sabía la respuesta, y la dio. El
Maestro Kong regresó y salvó la ciudad, y a aquellos que le hicieron mal.
Llegados a este punto, varios compañeros de clase,
preguntaron quién era el Maestro Kong.
Bueno, ese día, en esa clase, tuve la audacia de
enfrentar a Platón y su maestro Sócrates, con Confucio. El caso es que todavía
no sé quién gana. Sólo son dos formas distintas, de ver un problema.
Lo más seguro es que después de todo este rollo, estés
pensando: “Pues sí que hoy Tanit, hace honor al nombre de la sección, se le
está yendo la olla”
No te lo voy a negar, a veces creo que es así. Observo
el mundo, y veo demasiadas cosas que no entiendo del todo, pero también veo
demasiadas cadenas, demasiadas rocas que intentan mantener a la gente en la
Caverna.
El problema, es que es fácil (relativamente), huir de
las cadenas de metal brillante y bruñido, aquellas que no pueden evitar gritar:
Te esclavizaré; pero y, ¿las otras? Aquellas disfrazadas de libertades, que en
realidad buscan la sumisión; aquellas, que dicen ser empáticas con quienes no
tienen libertad, y para ello esclavizan a quien creía tenerla; aquellas, que no
soportan el pensamiento divergente, porque se creen en posesión absoluta del
mismo, así como de la verdad… podría seguir describiendo cadenas disfrazadas,
pero creo que si debes, lo habrás entendido.
Crecí con una idea clara: Nunca domines la mente de
otro, ni permitas que dominen la tuya. Esto no es impedimento para avanzar y
evolucionar, pues cuando algo es razonado y razonable, no domina, convence.