Tenemos segunda entrega (espero no hacer más, por estos temas)
Esta vez, y que no siente precedente, seguiré con lo de las controversias en RRSS.
Me pregunto por qué todo el mundo está tan obsesionado con lo que piensen los demás. Creo que nunca ha sido tan clamorosa la opinión y la presión de grupo, no lo entiendo, pero te recuerdo que vivo en un intermedio, no tenemos de estos líos allí, así que estoy siendo un poco la vieja del visillo.
Regresando a los cuentos u otros, me he enterado en estos días, de la controversia derivada de la decisión de Hasbro, en su colección de cartas Magic, de cambiar la raza a varios personajes de "El Señor de los Anillos", siendo realmente escamoso, Aragorn. Esta decisión empresarial, recordemos que todo son ventas y la controversia vende, han llevado a la "ira" de los fans de la famosa trilogía en RRSS. El problema, es que pese a ser un personaje ficticio, el rey de Gondor, se encuentra perfectamente descrito en el libro, impidiendo este hecho cualquier cambio de raza (en teoría).

He visto, como poco menos, que se tildaba al escritor británico de ser racista, hasta donde sé la sangre aún no ha llegado al río. Esto me resulta curioso, ya que dichas acusaciones vendrían a no tener sentido. En la Tierra Media, no sólo conviven en "paz", distintas razas con sus idiosincrasias propias; si no que el autor resulta haber nacido en Sudáfrica. Es sólo que para su más famosa obra, se inspiró en los mitos germánicos.
Con todo esto, lo que realmente me plantea dudas, es esa llamada necesidad de que el protagonista de una historia, se parezca a uno. Es como si dijeran que realmente, no puedes conectar, o entender el mensaje de la historia, si esto no se cumple. Bueno, tengo una noticia para los que necesiten sentirse representados por el prota de esta historia, en este caso lo tenéis difícil, el verdadero protagonista es el anillo (al menos así lo veo yo).
"Un anillo para gobernarlos; un anillo para encontrarlos; un anillo para atraerlos a todos, y atarlos en las tinieblas"
Saliendo del temita escabroso, no quiero que se me malinterprete, siempre hemos sido capaces de sentirnos conectados a un personaje, a una situación, a... A ver si puedo explicar este punto.
No necesito ser una mujer de la era regencia en Inglaterra, para apreciar y sentirme conectada con el carácter rebelde de Elizabeth Bennett; o una huérfana pelirroja acogida por error por unos granjeros en una isla canadiense, para no sentir propios rasgos de Anne Shirley; tampoco necesito ser un hombre malayo, para sentirme Sandokan a bordo de su barco; ni un hombre de origen africano, para comprender los celos irracionales de Otello; una chica china alistándose en el ejército en lugar de su padre, para identificarme con Mulán; y así podría seguir hasta el infinito.
En el momento que nadie se pueda sentir identificado, con la idiosincrasia de un personaje o una historia, preparad las piras, y los primeros en ir a fuego (por desgracia) serán las fábulas de Esopo y Samaniego.
El verdadero mensaje de las historias, de los cuentos, se está diluyendo en las controversias de las formas. Dejemos ser a las historias, volvamos a aprender de sus mensajes.